En Misiones, una investigación realizada por el INTA reveló que no solo afectan la salud y el rendimiento de los animales, sino que además presentan resistencia creciente a las drogas utilizadas para su control.
“¿Qué harías si te enfrentaras a un enemigo que está robando el alimento de tus animales, incluso matando a algunos, y no tienes las herramientas para detectarlo?”. Esa fue la situación que un veterinario de Misiones presentó al equipo de Ganadería y Salud Animal de la EEA del INTA en Cerro Azul. Su problema se convirtió en el punto de partida de una investigación que hoy permite entender y combatir a un enemigo silencioso: los Nematodos Gastrointestinales (NGI).
“Las infecciones por NGI suelen ser silenciosas, con síntomas leves o subclínicos que generan importantes pérdidas productivas: menor ganancia de peso, caída en la producción de leche, problemas reproductivos e incluso muertes en casos graves”, explicó Samuel Miño, investigador del INTA y líder del grupo de investigación.
Enfermedad que pasa desapercibida
Los NGI afectan diferentes segmentos del aparato digestivo y se manifiestan a través de signos como diarrea, decaimiento, edemas, hemorragias intestinales, etc. Sin embargo, en la mayoría de los casos el impacto no se percibe de inmediato, lo que favorece la subestimación del problema en los animales.
“En los rodeos encontramos una gran variabilidad en la carga parasitaria. Esto significa que mientras la mayoría de animales tienen infecciones leves, otros concentran una gran cantidad de parásitos y son los principales diseminadores en el campo”, detalló Miño.
La herramienta clave para detectar la presencia de NGI es el recuento de huevos por gramo de materia fecal (HPG). Esta técnica permite saber qué animales están parasitados y saber si tienen pocos o muchos parásitos. El estudio es el primero de su tipo realizado en la región y permite establecer un punto de corte para tomar una decisión. Estudiando los campos de la Cuenca Ovino-Caprina del sur misionero se estableció el valor de HPG= 300 como umbral a partir del cual es necesario iniciar tratamiento.
Resistencias que preocupan
El estudio incluyó pruebas de resistencia a las drogas más utilizadas. Los resultados confirmaron que los parásitos desarrollaron resistencia en distintos niveles a ivermectina, fenbendazol y closantel.
“Estos hallazgos son una señal de alarma. Indican que el uso indiscriminado o mal uso de antihelmínticos contribuye a que los parásitos se adapten y se vuelvan resistentes”, advirtió el investigador del INTA.
Entre los géneros identificados, el más prevalente fue el “gusano barbero” (Haemonchus contortus), además de H. placei y Cooperia spp. Todos ellos responsables de las mayores pérdidas económicas en pequeños rumiantes a nivel mundial.
Estrategias y nuevas herramientas
Ante este escenario, se recomienda cambiar el enfoque de control y pautas de manejo. En lugar de aplicar tratamientos masivos a todo el rebaño, la propuesta es realizar diagnósticos periódicos y tratar solo a los animales con cargas elevadas de parásitos.
“Se trata de un manejo estratégico y selectivo, que apunta a los ‘diseminadores’. De esta forma reducimos la presión de selección sobre los parásitos y prolongamos la vida útil de las drogas”, señaló Miño.
Además del análisis de materia fecal y el coprocultivo, el equipo de investigación puso a punto una técnica molecular (PCR) que permite detectar rápidamente los géneros de parásitos más comunes en la región. Esta herramienta promete agilizar los diagnósticos y mejorar la precisión en la toma de decisiones sanitarias.
Sostenibilidad productiva
El trabajo del INTA es el primero en describir de manera sistemática la situación de los NGI en Misiones. Con más de 25.000 cabezas de ovinos y caprinos distribuidos en pequeños establecimientos familiares, la problemática reviste una gran importancia para la sostenibilidad productiva.
“Los resultados muestran que no podemos seguir aplicando las mismas recetas de siempre. Es fundamental adaptar las estrategias de control a la realidad local, apoyarnos en diagnósticos de laboratorio y trabajar de manera articulada con los productores”, concluyó Miño.
La investigación abre un campo clave para el manejo sanitario de la ganadería ovina y caprina en Misiones. Su continuidad permitirá diseñar planes de control más efectivos, reducir pérdidas económicas y mejorar la competitividad de los pequeños productores de la región.
Para finalizar, Miño reflexiona: “Hoy, cuando miramos hacia atrás, entendemos que aquella consulta de Cristian no fue solo una inquietud: fue el inicio de una batalla librada con ciencia, datos y trabajo en red. Aprendimos que el 70% de los animales no necesitan tratamiento y que enfocarse en los verdaderos diseminadores es la clave para proteger la producción y el ambiente. Hoy tenemos las herramientas y el conocimiento, pero el desafío continúa”.
PRIMER EDICION MISIONES