El lunes 7 de octubre de 2018 Juan Pedro Muda tuvo un reconocimiento tan inesperado como merecido. El galpón de ventas en Villa Bordeu rebalsaba de gente. Productores y criadores esperaban por la aparición de los animales en la pista para comenzar el remate de la tradicional muestra bahiense. Pero antes de empezar a martillar, Daniel Biocca distinguió la silueta del eterno cabañero tresarroyense entre la muchedumbre y pidió un aplauso. La respuesta de los presentes fue conmovedora, porque se pusieron de pie y sostuvieron el golpe de palmas un rato largo. Y el experimentado ovejero se emocionó Fue el premio a sus más de siete décadas como participante de la exposición de Bahía Blanca y también a la constancia, a la voluntad y a la pasión por las ovejas. Su vigencia como criador había quedado demostrada el día anterior, cuando su cabaña El Carrizal había logrado el campeón borrego de pedigree en lotes y Gran Campeón; y el primer premio y reservado.
Ayer, a los 98 años, y con su vocación lanar intacta, Juan Pedro se despidió para siempre, y entre sus mejores recuerdos se llevó aquella tarde en Bahía Blanca.
En su última charla con LA VOZ DEL PUEBLO, justamente luego de ser reconocido en Villa Bordeu, Juan Pedro hizo un recorrido por su vida como cabañero ovino. Nunca pudo determinar el momento en que empezó su relación con las ovejas. No porque su memoria le fallara, sino porque los lanares ya formaban parte de su familia antes de que él llegara al mundo. “Yo nací entre las ovejas”, dijo.
“Todo empezó en La Primavera, de Pedro Muda, mi padre. Luego hicimos una sociedad anónima con mis hermanos y después decidimos separarnos. Así yo arranqué con El Carrizal, que funciona en el mismo lugar físico que La Primavera, y mi hermano Raúl con La Juanita, en San Mayol”, contó en aquella oportunidad.
En las mejores épocas, en La Primavera los Muda llegaron a tener una majada de 1200 animales; eran tiempos en los que a las exposiciones se llevaban 40 ejemplares. La cabaña siempre fue de ganado ovino, la única modificación que sufrió fue el cambio de raza. Los comienzos fueron con Lincoln para pasar luego a las Corriedale, una oveja que da lana más fina.
Ya consumada la división de la cabaña paterna, el fuerte de El Carrizal siempre fueron las Corriedale. Pero hasta hace un par de años Juan Pedro atesoraba con mucho afecto en su campo una pequeña majada de Lincoln, la raza con la que se inició y la que le dio las mayores satisfacciones.
“Mientras esté con vida voy a tener mi cabaña. Y espero que después la sigan mis nietos. Eso me gustaría. Juan Manuel está enganchado y Lucrecia -su hermana-, es la que se ocupa de todo lo contable y administrativo. Ojala se puedan poner de acuerdo y que esto continúe”, indicó.
“¿Qué es la oveja para mí? Fue un medio de vida. Pero más allá de lo comercial, siempre fue una pasión. Me crié entre las ovejas. Por eso cuando voy al campo me revitalizo”, aseguró en la despedida Muda.
La oveja perdió a uno de sus mejores amigos.
FUENTE DIARIO LA VOZ DEL PUEBLO TRES ARROYOS